viernes, 25 de septiembre de 2015

Capítulo 3: Las Puertas en Guatepeor. (1601-1621)


Volviendo a Las Puertas y su llegada al territorio de los indios guatepeoreños. Extraemos este pasaje de sus memorias:

 "1 de marzo: Después de haber caminado toda la tarde a través de la selva, me he dado cuenta de que estaba perdido. En el hermoso cielo estrellado he reconocido constelaciones y he pedido deseos a las estrellas fugaces, pero admito que me sería de utilidad reconocer la tan mentada cruz del sur, para orientarme y hallar mi camino. Descubrí que los árboles no me sirven para orientarme, dado que son todos iguales. Y peor aún, de noche.
¡Cuánto quisiera hallarme de regreso en España en los brazos de mi amada!
¡Que dura e imprevista la vida del conquistador errante!
¡Que desolación en la selva y el alma!
¡Cuántos mosquitos!

 4 de marzo: Después de pasar mi primera noche perdido en la selva, me desperté rodeado de un grupo de extraños salvajes que me aguzaban con sus lanzas. Pese a mi oposición revisaron mi bolsa de viaje y se la quedaron. Uno de ellos dio vueltas con curiosidad a la damajuana con el aguardiente medicinal que alivia mis dolencias, y decidí tratar de ganarme su amistad, ofreciéndole la bebida. El salvaje bebió unos sorbos y sin pedirme permiso, pasó la damajuana a sus amigos. Todos bebieron con extrañeza primero, con alegría después. Sintiéndome más relajado decidí fumar una pipa, y cuando hice fuego con el yesquero que saqué del bolsillo se sorprendieron y alegraron más aún que con el aguardiente. Después de beber y fumar intentaron de nuevo conducirme al campamento, pero estábamos tan borrachos que no nos sosteníamos en pie. Nos hicimos grandes amigos, y comimos extrañas frutas y hongos que traían consigo. Después de comer, los indios se amontonaron para dormir la mona. Antes de volver a dormirme bajo los efectos del alcohol alcancé a lamentarme por la excelente oportunidad que perdía para huir de mis captores.

5 de marzo: Cuando despertamos emprendimos la marcha hacia el poblado indígena. Es un claro en el bosque con pertenencias dispersas: huesos que se usan para la sopa, pieles con las que se tapan de noche, ramas que usan para los fuegos. Estaban asando animales para el almuerzo, y un indio cocinero, más sucio y pintarrajeado que los demás y bastante antipático insistía en agregarme al menú. Admito que lloré y temblé como un niño. Pero los que me habían capturado intercedieron por mí, y tuve oportunidad de enseñarle al cocinero el uso de las pocas cosas que traía conmigo: mi excelente navaja, mi pipa y yesquero y mi pistolón. Casi echo todo a perder cuando mostrando el uso de éste último, el arma se disparó accidentalmente, hiriendo a uno de los ancianos de la tribu. Pero la ira del cocinero-jefe se disipó cuando le dí a beber el resto de aguardiente que traía, que lo puso de buen talante. Escribo estas líneas bajo su árbol, donde me invitó a dormir, y si bien no estoy demasiado tranquilo con respecto a mi futuro, creo que estoy más seguro que en la selva. Espero mañana poder despedirme de los indios y volver a la civilización. Quisiera apurarme para poder pasar la Navidad en Castilla."

"6 de marzo: Cuando el jefe se durmió, bastante borracho, hice amistad con sus esposas. Cuando quise vestirme vi que el jefe, en lugar de enojarse, se había puesto mis ropas. En lugar de una piel de mono al cuello, prenda única de todos los indios, llevaba pantalones de algodón, chaqueta de cuero y sombrero con pluma. Se pavonea por todo el poblado como un niño con un juguete nuevo. En vista de mi nueva amistad con el jefe decidí quedarme unos días aquí para reponerme y equiparme para el viaje."

Las Puertas no se quedó unos días en el poblado de los indios, sino el resto de su vida. Aprendió que la tribu pertenecía a una raza llamada guatepeoreños, que estaban en guerra con todas las tribus vecinas, y que habían contactado con muy pocos españoles, a quienes habían apreciado muchísimo tanto a la cacerola como asados.

Para los indios guatepeoreños la palabra "Guatepeor" significa "hombre derecho", y "mandiguní" significa "hediondo". Para los mandiguníes, viceversa.

En pocos años de vivir con los indios Las Puertas tomó dos indias por esposas y aprendió unas cuantas maldiciones en su enrevesado dialecto. Entretanto, los indios aprendieron el español y el portugués, y lo poco que Las Puertas sabía de cultura española, artes y ciencias.

Terminado el aprendizaje, el Héroe Nacional fue intimado a trabajar. La primera propuesta fue que participara activamente en preparar la sopa, o pasivamente, en ser parte de ella. Varias indigestiones después, los salvajes intentaron enseñarle al civilizado a recoger vegetales comestibles. En la primera excursión Las Puertas descubrió las frutas con estricnina, que causa una rápida muerte en medio de horribles convulsiones. En los velorios que siguieron se discutieron otras posibilidades de trabajo para el forastero. Las Puertas salió de caza con los demás hombres. Asustados éstos de su mala puntería con el pistolón y la lanza, lo enviaron a recoger leña con las mujeres.

Habiendo comprobado que la recolección de leña disminuía en lugar de aumentar, el jefe lo desvinculó de la tarea y lo envió a pasear a los perros (aún en medio de la selva, los perros necesitan pasear). Una severa alergia, con erupción y dificultad respiratoria, afectó a los perros. Luego de eso, el jefe lo envió a entretener a los niños. Fue ese un gran acierto, ya que esa fue la única de todas las misiones encomendadas en que el Héroe Nacional se sintió a sus anchas. Los niños y él se llevaron de maravillas desde el primer día, y de esa manera habría de surgir uno de los grandes aportes de Las Puertas a la cultura indígena que lo recibió. Un día en que los niños acudieron a Las Puertas para que los divirtiera, éste decidió fabricar un arco y unas flechas primitivas para ellos. Las criaturas disfrutaron del juguete, y cuando los guerreros volvieron de la selva se mostraron igualmente entusiasmados con el novedoso artefacto, al que adoptaron de inmediato. El historiador Salvatierra y otros opinan de este incidente que la influencia de Las Puertas permitió a los indios adelantar en 200 años su nivel cultural. Los historiadores revisionistas lamentan sin embargo que el invento haya permitido a los indios guatepeoreños eliminar a numerosas tribus vecinas.

Hubo otros conocimientos adquiridos por los indios al contacto con un exponente de la civilización. Intentando curar a una india constipada con savia de un árbol, Las Puertas descubrió los efectos del curare, veneno mortal que desde entonces los indígenas del Amazonas usaron para envenenar sus flechas.

En una ocasión Las Puertas intentó abandonar a los indios guatepeoreños y volver a España. Luego de unas horas en la selva lo capturaron indios de otra tribu, los mandiguníes, y lo tuvieron preso por días. Pudo escapar, y fue hallado por un grupo de soldados portugueses que lo confundieron con un indio. Primero abrieron fuego sobre él, pero luego pudieron reconocer que era español, y entonces lo desnudaron, robaron sus provisiones, lo molieron a palos y lo abandonaron a las fieras atado a un árbol. Las Puertas, desengañado, logró desatarse y decidió volver con los indios guatepeoreños, que después de todo no parecían tan mala gente.

Las Puertas se dedicó con ahínco a la tarea de civilizar a los indios. A falta de ciencias, les enseñó danzas, juegos y canciones vulgares europeas, y fabricó para ellos dados y naipes. Con unas ramas y un cuero de agutì les enseñó los rudimentos de una corrida de toros. En poco tiempo los indios de toda la región lo reconocieron como jefe indiscutido de todos ellos. La convergencia cultural hispano-americana pudo imponer estos avances por las buenas o no a las tribus vecinas, exterminando a aquellas reacias al cambio.

El oro, las pedrerías y otras mercancías incautadas a las tribus sometidas fueron utilizados por Las Puertas para intercambiarlas en los lugares civilizados por armas de fuego, cuchillos, tabaco, bebidas y semillas. No habiendo olvidado Las Puertas su vocación médica, hizo traer también numerosas medicinas, incluso las necesarias para combatir las enfermedades venéreas europeas que él mismo, involuntariamente, propagara. Con la ayuda de las armas y enfermedades adquiridas los guatepeoreños acabaron definitivamente con la hostilidad de los mandiguníes y los vendieron como esclavos a los españoles. Las Puertas quiso ser generoso con sus nobles enemigos vencidos, y en su honor dio al poblado de su tribu y al río cercano el nombre de Mandiguní, llamando Condado de Guatepeor a la totalidad del territorio.

Las Puertas terminó con la costumbre indígena de vivir y dormir bajo un árbol, y enseñó a los indios la mayor seguridad y otras ventajas de habitar bajo una enredadera. Entre otros avances, se abrieron las puertas (es un decir) a los inmigrantes europeos, que construyeron las primeras viviendas.

Durante estos años se forjó la base de nuestra actual república occidental. Se empezó a cultivar  maíz y otros productos. Las cosechas permitieron comerciar con los vecinos y recompensar a los indios trabajadores con los marlos de maíz que comían para sobrevivir.

Las Puertas, convertido en conde de Guatepeor, gobernó pacíficamente por más de veinte años, abandonando de a poco la idea de regresar a España a casarse con Esperanza.

Las Puestas, ya anciano, murió durante los preparativos para una cacería de monos. Al parecer estaba usando su viejo y oxidado pistolón para partir un coco, cuando el arma se le disparó accidentalmente y lo mató en el acto.

La veneración que nuestro pueblo profesa al Héroe Nacional es tan grande que hoy en día el nombre de Las Puertas se perpetúa en calles, avenidas, barrios, distritos, ciudades, plazas, museos, puentes y cursos de agua. A tal punto llega nuestro patriotismo que es cosa corriente confundir los domicilios de la gente, las ciudades y aún las provincias en que viven, ya que todo se llama Las Puertas, o si no Conde Las Puertas, Fundador Las Puertas, Héroe Las Puertas, Las Puertas a secas, Calle Las Puertas, etc. A resolver estas confusiones no contribuye la gran cantidad de gente que se apellida Las Puertas, mezcla de la numerosa descendencia del prócer con los admiradores que dejaron su apellido original por el del Héroe. Y si no son Las Puertas, son Portones, Puertos, Puerta, Porta, Portales y Postigos.

Las Puertas se tendría que haber quedado en España con su novia, casarse y formar una familia normal. Y qué clase de Héroe Nacional tiene tantas novias. Y eso de vivir con los indios durmiendo bajo un árbol es una locura. Algunas de sus mujeres pasaron a la historia por haber estado un rato con él. Yo creo que eso no es ningún mérito. Más vale buen marido en mano que Héroe volando.

A mí que me perdonen, pero eso de fundar un país nuevo en el c… del mundo no me parece gran cosa.
Y cuánto gana un Héroe Nacional? No creo que mucho. Mi cuñado es empleado público, está sentado todo el día, con aire acondicionado, y gana para comer todo el mes. Y tiene vacaciones, aguinaldo, plan de salud  y todo. Ni mosquitos, ni caníbales, ni yacarés, ni viajar en un barco peligroso.

Si hubiera sido por mí, Colón se hubiera quedado en la casa tirando barquitos de papel en la bañadera, y ya.

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