jueves, 24 de septiembre de 2015

Capítulo 4: Los Hijos de Las Puertas (1621-1622)



Décimo Las Puertas era, pese a su nombre, el hijo mayor del Héroe Nacional, y en carácter de tal heredó el título de Conde de Guatepeor. No heredó, en cambio, la nobleza, generosidad, habilidad práctica, brillantez política y lúcida inteligencia de su padre. Ni siquiera ostentaba sus mismos rasgos físicos, ya que era bajo, debilucho, de ojos rasgados, moreno y tartamudo.

Su primera medida de gobierno como Conde de Guatepeor fue transformar el país en Ducado, y adjudicarse él el título de Duque. Transformó al efecto la casa familiar de Las Puertas, antigua enredadera india, en Casa de Gobierno del Ducado, para lo cual fue ampliada, refaccionada y pintada de color caqui. Fue la única casa pintada del pueblo y del país durante muchos años, de lo cual derivó el nombre de Palacio Pintado. También se lo llamaba Palacio Caquiado, y despectivamente, algo parecido.

Hoy día nuestro país es avanzado y líder regional consustanciado con los beneficios del año 2015, y hay algunas otras casas pintadas, además del Palacio. Aunque cabe decir que el Palacio Pintado ya está bastante despintado, porque 400 años no pasaron en vano.

Décimo Las Puertas tuvo que enfrentar las aspiraciones de sus hermanos a compartir el poder, ya que el Héroe Nacional no había establecido claramente las funciones que asignaba a sus hijos en el gobierno del país.

Los hermanos de Décimo eran, de mayor a menor, Noveno, Octavio, Septimio, Sexto, Quinta, Cuarta, Novamás y Bastaparamí.

Octavio, que tenía un libro de Derecho Romano, asumió las funciones judiciales. Septimio se ocupó de las finanzas del Ducado, ya que siempre se vanagloriaba de saber las dos operaciones aritméticas (creyó durante mucho tiempo que las otras dos eran un invento de sus enemigos para confundirlo y desprestigiarlo). Sexto, por expreso deseo de su madre, había heredado el Palacio Pintado. Quinta, que siempre se había ocupado de las cuestiones domésticas, era incondicionalmente reconocida como ama por los esclavos de la casa, y cuando fue necesario enfrentar disturbios éstos se encargaron de mantener el orden. Esto convirtió en la práctica a Quinta en la jefa de la única tropa del país. Cuarta, la preferida de su padre, era propietaria exclusiva de varias haciendas ganaderas situadas en el Valle Central de Guatepeor, por lo cual disponía de una renta considerable. Novamás tenía gran predicamento entre sus hermanos, ya que había sido elegido por su padre para cursar estudios eclesiásticos en Lima, y era muy piadoso. Por último estaba Bastaparamí, quien por su corta edad lograba imponer sus caprichos a los demás hermanos.

Este panorama refleja, en parte, la desorientación que dominaba en el pequeño estado Guatepeoreño a la muerta de su fundador. Como era de esperar, los hermanos entraron en agudo conflicto.

Siempre que Décimo quiso tomar alguna medida de gobierno, sus hermanos se opusieron a cuánto perjudicara sus intereses. Octavio encontraba siempre cuestiones legales para objetar en cada proyecto, Septimio se oponía a todo aquello que generara gastos, Sexto no dejaba entrar extraños al Palacio Pintado, Quinta retaceaba la ayuda de los esclavos, Cuarta privaba de carne a las ollas del Palacio, Novamás defendía la moral y la fé y Bastaparamí interrumpía las deliberaciones llorando por cualquier motivo.

Afectado de los nervios por tantos inconvenientes, Décimo decidió tomarse unas vacaciones en Asunción, dejando el Ducado provisoriamente en manos de Octavio. Poco después de asumir el mando, y después de intentar en vano familiarizarse con las tareas administrativas necesarias, Octavio decidió emprender viaje a Buenos Aires a visitar a unas tías, dejando a cargo del gobierno a Septimio. Este era el hermano que se hallaba en peores relaciones con los demás, por lo que la situación empezó a desmejorar. Sus hermanos coincidieron por una vez en aliarse en su contra, por lo cual iniciaron la formación de un ejército, el primero con que contó Guatepeor. Los esclavos del Palacio fueron armados con palos y organizados en batallones al frente de los cuales se pusieron oficiales pagados con fondos del Ducado, extraídos clandestinamente de la bolsa del propio Septimio.

Septimio quiso transformar el Ducado en Reino, con el oscuro fin de desplazar del poder a su hermano, el ausente Duque Décimo. Para ello preparó una ceremonia de coronación en la que no se descuidaría ningún detalle para deslumbrar a los ciudadanos y realzar la importancia del evento. El plan fracasó cuando el futuro rey descubrió el robo de la Tesorería Ducal, ya que en la bolsa que merecía tal nombre sus hermanos habían dejado sólo el ojo de vidrio que allí escondía Septimio. Cuando éste increpó a sus hermanos por el robo, Sexto ordenó a los esclavos que lo capturaran y lo deportaran a una ciudad lejana, asumiendo él mismo el Ducado.

Dado la ausencia total de dinero para hacer frente a los gastos del gobierno, Sexto impuso el "Puertín" como moneda oficial, siendo los primeros billetes manuscritos por su secretario. Para respaldar esta emisión, los esclavos del Palacio recorrieron las casas de Mandiguní y algunos poblados vecinos recaudando bienes a manera de impuesto. En el corral del Palacio se fueron acumulando cerdos, caballos, gallinas, hortalizas, prendas de vestir, armas y joyas, valores éstos que eran intercambiables por puertines según el libre criterio del indio Guatepeoreño Tuyutí, Removedor del Estiércol del Establo Ducal y Primer Ministro de Economía del país.

En una histórica sobremesa familiar en la noche del 2 de febrero de 1622, los hermanos Sexto, Quinta, Cuarta, Novamás y Bastaparamí discutieron el futuro del naciente Estado. En la importante reunión participaron también los esclavos del Palacio Pintado, oficiales del ejército que custodiaba las puertas, los novios de Quinta y Cuarta, amigos de la familia que se hallaban de visita, y algunos vecinos con tiempo libre.

Los criterios eran dispares. Sexto pretendía aprovechar los preparativos de la coronación de Septimio para asumir el cargo de Emperador de Guatepeor. Quinta propugnaba un gobierno democrático, Cuarta defendía la incorporación a algún Estado vecino, Novamás quería dividir el país en siete estados soberanos, uno para cada hermano, y Bastaparamí pretendía poner a todos los habitantes en una gran ronda para jugar juntos. Dado lo avanzado de la hora no se arribó a una definición permanente, pero se decidió nombrar un Administrador General Provisorio para resolver las cuestiones más urgentes. La elección recayó en Benjamín Pedrosa, un comedido que nadie sabía quien había invitado a la reunión, pero que se había presentado a la reunión con una cabeza cortada bajo el brazo. Esta invitación a jugar al fútbol era difícil de rechazar, y como habitualmente el dueño de la pelota manda, a Pedrosa se le concedió todo lo que pedía.

El astuto Administrador supo intermediar entre los intereses de los hermanos con singular maestría, y logró así afianzarse en el cargo.

Al poco tiempo los hermanos Las Puertas, liberados de las tediosas discusiones y tareas administrativas, dieron carta blanca a Pedrosa para manejar el gobierno del Ducado (o Condado, o Reino, o Imperio) como mejor le cuadrase, cosa que aquel no se hizo repetir dos veces.

De los hermanos Décimo y Octavio no se supo nunca más nada. Al parecer Décimo y su comitiva fueron muertos por los indios guaraníes antes de llegar a Asunción. Se cree que Octavio intentó varias veces retornar desde Buenos Aires hacia Guatepeor, pero nunca pudo hallar el camino. Novamás emprendió el programado viaje a Lima, pero fue capturado por unos indios reducidores de cabezas, y nunca se supo más nada de él salvo en las vitrinas del museo. Bastaparamí pretendió durante un tiempo suceder a su padre, pero finalmente abandonó la política para dedicarse a la danza folklórica.

No tiene nada de malo la danza folklórica. Mi tía Betina da clases en su casa, tiene muchos alumnos y la pasan bomba. La política es una porquería. En ninguna fiesta invitan a un político a dar un discurso, en cambio seguro que ponen música y todos bailan. Políticos… bah!!!


Lo de tener 9 chicos es un despropósito. Y con esos nombres. Todos te preguntan, y con el décimo qué pasó? Tuvieron algún tipo de… problema? Y para jugar al fútbol cómo hacen? Cinco contra cuatro? Igual hay que cocinar para 10, que es más fácil para hacer la cuenta. Y diez es mejor para conseguir descuento. Si comprás nueve de algo no te descuentan nada, diez es otra cosa.

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