domingo, 20 de septiembre de 2015

Capítulo 8: Eustaquio Pedrosa y la Revolución Republicana (1786-1838)

El Administrador Eustaquio Pedrosa no tuvo reparos en destruir toda la estructura de gobierno edificada por Margarita, quien fue deportada a Asunción junto con su esposo y sus hijos. La primera medida del nuevo gobierno fue arrancar las cretonas y begonias que adornaban el Palacio Pintado, aduciendo que "el Palacio debe ser una fortaleza y no un jardincillo de mujeres", según registró el Encargado de Actas y Actos.

Como Eustaquio consideraba que el atraso cultural y espiritual de Guatepeor era el origen de todos sus males, mandó pedir a Lima un representante de la Inquisición, para formar un Tribunal del Santo Oficio en Mandiguní. Su accionar limpió de herejes, apóstatas e infieles a todos los sitios que alcanzó su brazo poderoso. Debido a la lentitud del correo y a la inercia burocrática local, aún hoy 193 años después de desaparecida la Inquisición en España, la Inquisición Guatepeoreña sigue viva y activa, organizando misas y quemando herejes. Se prevee que se disuelva definitivamente durante el festejo de su 200º aniversario, para lo cual por suerte falta poco.

Continuando su obra unificadora, Eustaquio quiso disolver los Clubes de Bochas y Tiro, sede de la actividad política opositora, pero hubo mucha oposición. Entonces optó por autorizar los juegos de azar y la prostitución en todos los clubes de la Capital, con lo cual logró que la política en ellos pasara a un segundo plano.

Durante el largo período de gobierno de Eustaquio Pedrosa se ganaron nuevos espacios de territorio, a expensas de algunas tribus salvajes que se pudieron reducir a la esclavitud o confinaron en estrechas reservaciones. En esta época se organizaron las primeras exportaciones masivas de maíz hacia Brasil y Paraguay, con las cuales se financiaron importaciones de piedras preciosas y obras de arte, destinadas al embellecimiento de los edificios públicos. Una policía secreta, llamada "la Choclera" por el emblema que usaban en el sombrero, se encargaba de mantener el orden y asegurar la conformidad popular, bastante amenazados por los altos impuestos instituidos por el recientemente fundado Comité Nacional Municipal Impositivo. Algunos historiadores opinan que o era policía secreta, o llevaba un choclo identificatorio en el sombrero. Tal disyuntiva aún no ha sido dilucidada plenamente. Quizá el choclo podía ser escondido en algún lado...
Hacia 1826 comenzó a crecer el descontento popular. Muchos jóvenes guatepeoreños manejaban conceptos revolucionarios para la época, y estaban al tanto de la existencia de la Revolución Francesa, ocurrida sólo 37 años antes. Para difundir las nuevas ideas librepensadoras fundaron una nueva sociedad secreta, disimulada como Club de Pesca de Mandiguní. Las actividades del Club no despertaron las sospechas de la Choclera, pese a que en el río Mandiguní sólo se pescaban por entonces pirañas poco comestibles. (Tiempo después aún éstas desaparecieron, a raíz de la contaminación causada por los afluentes cloacales de la populosa urbe). Ante algunas denuncias de pescadores cuya admisión al Club fue negada, la Choclera irrumpió varias veces para arrestar a los pescadores y confiscar sus libros, pero éstos no dieron a Pedrosa ningún indicio que le hiciera comprender la verdadera naturaleza del Club de Pesca. (Los libros en francés estaban muy de moda y eran señal de alto nivel social, aunque nadie en Guatepeor leía francés).

La agitación se acentuó en 1837. Los rebeldes editaron en Los Marlos un periódico clandestino, llamado "El Despedroce", que convocaba a la lucha contra Eustaquio Pedrosa. La Choclera tuvo mucho trabajo por ese entonces, y muchos revolucionarios fueron arrestados y sus bienes expropiados.

En 1836 el Club anunció un gran concurso de pesca en distintos pantanos del interior del país, y sus miembros utilizaron esa excusa para dirigirse al interior del país a propagar las ideas liberales y anticlericales, y a promover el descontento y la insurrección contra las autoridades tradicionales, establecidas y legítimas. Pedrosa no sospechó nada, e incluso llegó a anotarse para participar en el concurso. Llegado el momento de comenzarlo, al Administrador General le fue designado un arroyuelo en la localidad de Pantanales, zona densamente poblada por toda clase de insectos y reptiles venenosos, amén de caníbales y un clima tórrido e insalubre.

Mientras Eustaquio Pedrosa trataba de pescar algo, sus opositores tomaron control de la capital. Identificados con cintas amarillas, provocaron escándalos en las calles. Los miembros de La Choclera se comieron el choclo que los identificaba, aunque fuera de cartón y no real.

Eustaquio regresó a la capital, pero cuando la cosa se puso espesa huyó por los tejados del Palacio Pintado. Más tarde se presentó en un hospital para curarse un balazo en la espalda que había recibido al huir, donde lo curaron del balazo, pero murió contagiado de tos convulsa.

Los pocos soldados honestos que aún eran fieles al legítimo Administrador trataron de defender el Palacio ante las hordas atacantes, pero los rebeldes los derrotaron, y sobre el filo del Año Nuevo de 1838….

…nuestros valerosos revolucionarios tomaron el Palacio y ajusticiaron a los lacayos del tirano. Fue la 4a batalla del Palacio Pintado y el triunfo de la Revolución Republicana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario