sábado, 19 de septiembre de 2015

Capítulo 9: Cardenas, Cadenita y Barcarola

Eulogio Cardenas (originariamente Cárdenas y familiarmente, Cadenita), joven abogado de la capital, se instaló en el despacho del Administrador, respaldado por un numeroso grupo de partidarios. Cuando se acallaron los últimos disturbios en la capital, se despacharon mensajeros al interior anunciando la caída del último Administrador Pedrosa y la asunción interina del gobierno por parte del republicano Cardenas. Al mismo tiempo se convocaba a los delegados de las ciudades del interior a una Asamblea Controladora Nacional. A dicha Asamblea, reunida en Mandiguní a la semana siguiente, concurrieron delegados de vecinos de la capital y alrededores. Si bien no estaba escrito en ningún lado, era obvio que nadie del interior podía concurrir en tan breve lapso. Llegar a la Capital desde alguna frontera del país demora hoy en día no menos de tres meses, si hay buen tiempo, y si no hay huelgas ni piquetes…

En la Asamblea se confirmó a Cardenas como Director General de Guatepeor y se encargó a una comisión de notables la redacción de un reglamento nacional y de una Constitución moderna.

El Reglamento Electoral estuvo listo a mediados de 1840, y en él se establecía la elección de Presidente de la Nación a través del voto libre, universal y público de todos los ciudadanos, mayores de 30 años, de buena conducta, de raza blanca y de probada vocación puertista. Dado que la Asamblea no pudo ponerse de acuerdo en varias cuestiones, se dejaban al arbitrio de Cardenas la autorización de las listas y candidaturas, los mecanismos de la elección, el recuento de votos y el control de la legitimidad del escrutinio.

Los demócratas e indigenistas se opusieron a estos criterios elaborados por los republicanos y puertistas, pero el hecho de que la Asamblea careciera casi de representantes del interior favoreció la victoria de los puertistas, como se refleja en el Reglamento Electoral arriba mencionado. Los derrotados fueron acusados de carecer de ideología política constructiva, de propender a la anarquía y de ser antipatriotas, y consecuentemente fueron expulsados de la Asamblea Controladora.

Cuando las cuestiones problemáticas estuvieron resueltas, y los funcionarios necesarios reclutados entre los amigos republicanos de Cardenas, el pueblo eligió democráticamente a su presidente, que como era previsible resultó ser el mismo Cardenas. Después de leídos los resultados de la elección en la plaza principal de Mandiguní, el mandatario nombró distintos secretarios y ministros, y otorgó la Vicepresidencia de la Nación a su esposa. Poco después, los mensajeros del presidente partieron para informar a las ciudades del interior de las buenas nuevas, para llevar el saludo presidencial, y para nombrar a los funcionarios encargados de gobernarlas y recaudar los impuestos.

En 1850, después de largas deliberaciones, estuvo lista la Constitución, que decretaba elecciones cada 10 años y la formación de dos cámaras Legislativas. Según Salvatierra, la llamada Constitución Cardenas es "paradigma eternamente noble y esencia sacra de la Guatepeoridad toda"; para W. Cole es "gloriosa guía del pueblo americano del norte hacia la cumbre, empapada de la Guatepeoreña serena sabiduría". Para los revisionistas es "una mala traducción al español de la Constitución norteamericana, revuelta con párrafos extraídos al azar de libros en idiomas extranjeros". La Constitución Cardenas es la base de la actual, y permitió el ordenamiento jurídico de la floreciente nación que hoy habitamos.

Cuando se dispuso de la Constitución Cardenas decidió llamar a elecciones según la nueva norma jurídica establecía. Esta vez el voto era voluntario y permitido a todos los ciudadanos sin distinción de edad, sexo, raza o ideología política. Tampoco hubo proscripciones o favoritismo por parte del gobierno, y en el país se respiró por primera vez en la historia un clima de fé democrática, libre participación y conciencia popular de ser cada uno artífice de su propio destino. El periódico "El Despedroce", vocero de las nuevas ideas, dejó de ser un panfleto con abundancia de expresiones soeces impreso en papel de chala por un grupo de jóvenes exaltados, para transformarse en una cuidada edición. Ahora se autofinanciaba con avisos publicitarios, tenía menos errores de ortografía y era supervisado por el presidente en persona, que solía incluir artículos propios bajo distintos seudónimos.

El color amarillo, usado por los jóvenes revolucionarios, fue el emblema de la nueva república. La bandera nacional creada por decreto de Cardenas ostenta un choclo sobre fondo amarillo; lo mismo se ve en el escudo, con el agregado de dos puertas que simbolizan el legado del Héroe Nacional, y similares motivos aparecen en la Escarapela Nacional Obligatoria, la Cinta al Mérito Patriótico y la Cucarda Honorífica Puertina.

A las elecciones se presentaron sólo dos listas, la republicano-puertista que postulaba a Eulogio Cardenas (hijo) y la demócrata- indigenista que postulaba a un sobrino-nieto de Margarita Pedrosa. La organización de las elecciones fue costosa, ya que se realizó una extensa campaña proselitista y se mandaron imprimir las boletas a Inglaterra, para impedir falsificaciones. Se resolvió que los gastos electorales fueran sufragados equitativamente por los propios votantes, a través de una Tasa Electoral Democrática Única.

El porcentaje de asistencia a las urnas fue escaso, y Cardenas se impuso por amplio margen. Los perdedores se quejaron porque la única urna electoral estaba situada en el hall del Palacio Pintado, rodeada por amenazantes soldados armados. Fue poca la gente del interior que pudo viajar a la capital para emitir su sufragio. Ganadores y perdedores protestaron también por el alto valor de la Tasa Electoral.

No faltó ni faltará algún suspicaz que enjuicie las actitudes de los Cardenas, tratándolos de malintencionados y autoritarios. Sin embargo, considerando que luego de ello transcurrieron muchísimos años sin elecciones, y que posteriormente se aceptaron las elecciones fraudulentas, lo de Cardenas no estuvo tan mal.

Como hecho generoso y magnánimo con el que Cadenita habría de culminar su período presidencial, cabe mencionar el desprendimiento de sus cuantiosos bienes personales en beneficio del Estado: campos, edificios, ganados, joyas, obras de arte y dinero en efectivo pasaron a engrosar el magro erario público poco antes de que abandonara la presidencia. La Nación entera se lo agradeció fervorosamente.

En 1865, gravemente enfermo, Cadenita decidió llamar a elecciones. Se presentaron dos candidatos: El Profesor Irineo Legajos, abogado representante de los principales partidos políticos del país, autor de varios libros de derecho y docente de varias universidades, y el adolescente Saturnino Barcarola, elegido Mejor Compañero en Segundo Grado de la Escuela Elemental. Este último resultó ser el candidato triunfante. Cabe agregar que era sobrino del Presidente Cadenita.

Poco después de asumir Barcarola, el país lloró con inconsolable pena la muerte de Cadenita, a raíz de una picadura de mosquito infectada. En forma póstuma se le concedió el título de Gran Repúblico, la Cinta al Mérito Patriótico, la Cucarda Honorífica Puertina y la Orden del Héroe Nacional en grado de Emperador Principal. Lleva su nombre la Plataforma de Lanzamiento de Cohetes Extratosféricos de Mandiguní (en construcción).

Terminados los funerales, Barcarola, heredero único y legítimo de Cadenita, decretó inválidos los últimos actos de gobierno de su predecesor, alegando la precaria salud mental que éste ostentó debido a su enfermedad. En base a esto, recuperó los bienes que su tío había donado al Estado, apropiándose además de una gruesa suma en concepto de intereses, gastos administrativos y demás.

Barcarola se dedicó con energía a instalar una maquinaria de gobierno parecida a la que funcionaba en otros países que había recorrido mientras su tío era presidente. Dividió las tareas gubernamentales en Ministerios, dándoles libertad a éstos para la formación de Secretarías de Estado, Ayudantías, Delegaciones, Oficinas o como las quisieran llamar. Anunció la creación de Estableció embajadas y consulados en países lejanos e invitó a los jefes de Estado extranjeros a hacer lo propio en Guatepeor. Esta iniciativa no pasó de las buenas intenciones, pero algunos emigrados guatepeoreños se hicieron nombrar Embajadores Honorarios en sus países, sin cumplir ninguna función y al solo efecto de presumir ante sus amistades.

El Palacio Pintado adquirió su primera y precaria imprenta, con la cual se imprimieron billetes, formularios, ejemplares de la Constitución Nacional, reglamentos, números de lotería, y el hasta entonces manuscrito periódico "El Despedroce". La imprenta era manejada por un pariente del presidente, vago y borracho, y por un grupo de indios analfabetos. Principalmente imprimía billetes de lotería, y en ocasiones decretos presidenciales, circulares y discursos.

Al presidente Barcarola se le deben entre otros actos de gobierno destacados, la creación en 1880 de la Universidad Guatepeoreña de Mandiguní y del Museo Nacional de Historias.

A raíz de ciertas medidas antipopulares que tomó en materia impositiva, Barcarola enfrentó varias insurrecciones populares y militares que logró superar haciendo importantes concesiones y renunciando a su ambicioso plan de obras públicas y privadas.

Sólo al cumplir 20 años en el poder, Barcarola accedió al reclamo popular de llamar a elecciones, aduciendo que no lo había hecho antes por que las langostas se habían comido el papel de las boletas electorales. Al retirarse de la presidencia quiso visitar a unos familiares en el interior, pero murió atacado por un tatú carreta, especie que se creía extinta.

Lleva el nombre de Barcarola el Pantano Noroeste, en una zona poco explorada de la Provincia de Pantanales.

Yo entiendo que el presidente éste le dejó el cargo al sobrino, a pesar de que era un jovencito inútil. Pero no me parece del todo mal, al menos todo queda en familia. Inútiles por lo demás son casi todos. Y a la esposa le dejó la Vicepresidencia. Es lo menos que podría haber hecho, me parece muy bien. Aunque si los dos estaban gobernando, no sé quien limpiaba la casa y cocinaba. Le hubiera comprado algo lindo y listo, nada de esposa Vicepresidenta. Seguro que ella quería trabajar en el mismo lugar que él para controlarlo. Con tanta secretaria dando vuelta por ahí, cualquier presidente da el paso en falso si no se lo controla.

Hubiera sido mejor que este Cadenita la dejara el cargo a un hijo en lugar de a un sobrino. Pero estaban los dos muy ocupados gobernando y vicegobernando, como para tener hijos. A quien se le ocurre, hacer las cosas de esa manera, Por eso hoy somos Guatepeor y no Suiza, acá la gente es improvisada, no hay tradición ni espíritu familiar ni nada. Consecuencia, presidentes ladrones que terminan escapándose por los techos, como Eustaquio Pedroza. Por eso los indios estaban mejor, no había techos por donde escaparse.

No sería mala idea, volver a vivir bajo los árboles. Al menos no habría que pasar el día limpiando.

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